El trofeo que todo futbolista añora ganar, la Copa Mundial, ha sido robada no solo una sino dos ocasiones. Se trata de la copa Jules Rimet, su diseño está inspirado en Niké diosa griega de la victoria y fue usada desde el primer mundial en 1930 hasta 1970.
La primera vez que se perdió fue en 1966, año en el que se disputaría el mundial de Inglaterra, por lo tanto, la copa fue trasladada a Londres meses antes del arranque del torneo para poder exhibirla al público, pero un descuido de la seguridad permitió que se llevaran el prestigioso trofeo. Con el mundial a la vuelta de la esquina, las autoridades iniciaron una exhaustiva búsqueda e investigación que no tuvo éxito.
Pero la curiosidad de un animal fue lo que hizo posible el regreso de la copa, pues 8 días después del robo, un ciudadano saco a pasear a su perro, y el animal se quedó olfateando un paquete medio enterrado cubierto de periódico y detrás de un árbol, en ese paquete estaba la copa del mundo. El ciudadano de nombre David Corbett llevó la copa con las autoridades, y de esta manera, gracias al acto heroico de una mascota, Inglaterra pudo levantar la auténtica Copa Jules, ganando su primer y único mundial.
En 1970, la copa se la llevó Brasil a las vitrinas de su confederación, pues el reglamento establecía que la primera selección en ganar 3 veces el mundial se quedaba con la copa y entonces se tuvo que hacer otra que es la que conocemos actualmente.
Pasaron varios años y en 1983 ocurrió el segundo robo, un grupo de ladrones planificaron uno de los más relevantes robos del siglo y lograron sacar la copa de la confederación brasileña.
Se trataba de un joyero argentino que trabajaba en Río de Janeiro de nombre Juan Carlos Hernández, se alió con un empleado bancario llamado Sergio Pereyra, que tras visitar varias veces el recinto se percató que la vitrina se encontraba adherida a la pared con madera y cinta. De esta forma consiguieron a dos ladrones: José Luis Vieira de Silva y Francisco José Rocha, quienes hicieron el trabajo sucio y concretaron la misión.
El paradero de esa copa no se sabe hasta la fecha, la versión de ese entonces fue que en cuanto la robaron fue fundida y vendida en lingotes de oro. Años más tarde, surgió otra versión que aseguraba que un coleccionista italiano había mandado a robarla para él. Brasil tuvo que mandar a hacer una réplica de la copa, que es la que actualmente presumen en sus vitrinas.
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