“Esta discapacidad para mí se ha vuelto la capacidad de ver más allá de lo inimaginable”
La mayoría de las personas necesitan luz para ver, ellos ven a través de la fuerza. Son los Lobos, un equipo de futbol de ciegos que surgió hace apenas 3 años, en una cancha de futbol rápido, desarrollan todo su entrenamiento plagado de resiliencia y gran actitud.
En el campo se escucha un ruido similar al de una sonaja, se respira un ambiente de amistad y buen humor y se observa un talento que sobrepasa las circunstancias, ese campo se encuentra en la Universidad la Salle de Nezahualcóyotl y es donde cada sábado los Lobos se reúnen a practicar su mayor pasión.
Existen un par de instrumentos básicos para practicar este deporte, el primero es un balón del número 4 que en su interior contiene 6 tapas metálicas, las cuales contienen balines, eso produce un ruido similar al de una sonaja y permite a los jugadores identificar la ubicación del balón.
El segundo artefacto fundamental es el antifaz especial, cada jugador debe portar uno, cuya función es tapar por completo cualquier tipo de luminosidad que algún participante pueda percibir, esto se debe a que existen diferentes tipos de ceguera y en algunos casos es posible percibir ciertas luces y sombras, por lo que el antifaz garantiza una nula visibilidad para todos los jugadores.
Con un total de 10 equipos a nivel nacional, la liga de futbol para ciegos tiene un grave problema de difusión, el cual se refleja en el apoyo que reciben los equipos, pues en México, tan solo existen 4 canchas adaptadas para practicar el deporte. Las cuales se encuentran en Tijuana, Puebla, Hidalgo y en CDMX, en las instalaciones del Club América en Coapa.
Dicha falta de apoyo es una batalla constante a la que se enfrentan los Lobos. “Hemos buscado el apoyo con clubes como Cruz Azul y Toluca, pero ni siquiera nos responden”, comenta el profe Fernando, técnico del equipo.
Las historias de superación abundan en este equipo y Alejandro Pérez Pichardo, sin duda es un jugador que inspira y motiva, a sus 30 años se quedó ciego debido a un crecimiento de cataratas congénitas, las cuales el desconocía que tenía, dejó de trabajar, pues era trailero y tras perder la vista ya no podía ganarse la vida de esa forma, por si fuera poco, su esposa se fue de la casa con sus tres hijos al enterarse que su marido se había quedado ciego, perdió todo y un año le tomó aceptarlo, pero con el apoyo de sus padres y con una actitud admirable, se metió a la Escuela Nacional para Ciegos, estudió la carrera de Mesoterapia y actualmente se dedica a dar masajes antiestrés y a jugar futbol.
“Jamás me imagine con un traje blanco, bien perfumado y dando masajes, siempre tenía grasa del tráiler en mi ropa y andaba descuidado, mi vida cambió radicalmente y para bien”.
El hombre más experimentado que Lobos tiene en sus filas es Sergio Adrián Morales, a los 22 años perdió la vista por un Glaucoma Congènito y pasaron 6 años para que descubriera el futbol para ciegos. “Cuando me enteré de que podía jugar fútbol, no lo dude por un segundo, volví a hacer algo de lo que ya me había olvidado”.
Sergio Adrián lleva 11 años practicando el deporte y además es seleccionado nacional, lo cual le ha permitido ir a la Copa América disputada en Argentina en 2022 y al mundial de 2023 realizado en Birmingham, Inglaterra. Hoy el futbol no solo lo motiva a amar la vida, sino que además es la manera como puede solventar sus gastos, pues además de vender empanadas, es entrenador de niños. “Esta discapacidad para mí se ha vuelto la capacidad de ver más allá de lo inimaginable”.
Todos los jugadores de Lobos han perdido la vista a lo largo de su vida, excepto Àngel, un niño de 14 años que desde que era recién nacido, por una negligencia médica, se quedó ciego. “Nuestro dolor fue tan grande, que nunca pensamos en demandar o tomar acciones legales, estábamos hundidos en el dolor, sobre todo su mamá” comenta la señora Esther, abuelita de Àngel.
El tema escolar ha sido un constante problema para Àngel, pues las escuelas públicas en México no están capacitadas para recibir niños invidentes, así mismo, a lo largo de toda su infancia fue un niño sedentario que no realizaba ninguna actividad física. “El futbol lo ha ayudado muchísimo, en la cuestión de su autoestima y también para sacar toda esa ansiedad y energía que tiene acumulada”. Afirma la señora Esther.
Tenacidad, fortaleza y pasión expresan cada una de las miradas de los Lobos, no hay razones ni pretextos para alejarse de la pelota y hacer lo que más les gusta. En la oscuridad, brilla la luz de su talento.
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